domingo, 21 de octubre de 2007

Dracula de Bram Stoker (1992)


Esta es una película que me gusta bastante a pesar de sus fallos – como ocurre con cierta frecuencia en el cine de Francis Ford Coppola. Sólo alguien como él coge y llama a su proyecto ‘Bram Stoker’s Dracula’ con la excusa de que va a ser la versión más fiel al libro nunca hecha (cosa que por otra parte es verdad), para luego inventarse cosas que no están en la novela para nada. Pero a mi manera de ver, funciona. La idea de presentar al conde no como un monstruo que destruir sino como un hombre abandonado por su Dios y con la suficiente pasión como para no tomarse tal abandono a bien es muy buena, pero hay que aceptarla o te arruina la película. Cuando un sádico como Vlad el Empalador se convierte en un romántico príncipe decimonónico que 'cruza océanos de tiempo' para encontrar a su amada, hay que tener cuidado que no se te vaya la mano con el azúcar. Afortunadamente, eso nunca es un riesgo con Coppola, más bien al contrario: es con la sangre donde los pedidos se hacen por barriles.

Dos preguntas: quién es lo mejor de la peli (tras Anthony Van Hopkins, obviamente), y cuál es la pinta favorita de Gary Oldman como Drácula – yo me quedo con el dandy londinense de chistera y gafas hippies.

Personalmente, uno de los recuerdos que tengo asociados a esta película es el documental que dieron por Canal + cuando se estrenó, y es especial para mí porque es el único en mi vida que he visto antes que la película – como ya había leído el libro, pensé que no me iba a destripar nada. Es un documental excelente, de sólo media hora, que disfruté mucho, y que me alegré sobremanera cuando vi que años después el dvd lo traía. Es un documental de esos que no se ven tan a menudo como debieran, un ‘making of’ como debe ser, con imágenes de la película, el proceso de rodaje y entrevistas con TODOS los que pintan algo: director, guionista y reparto principal al completo, nada de divismos de ‘yo no hablo’. Uno de los mejores momentos es cuando se ve a Coppola, Oldman y Hopkins discutiendo la escena en que Drácula es sorprendido con Mina Harker por el grupo de hombres que le busca: tres egos ‘del tamaño de San Francisco’, según Oldman buscando cómo arreglar lo que no funcionaba. Sin embargo, mi momento favorito es al principio, la primera reunión con todo el reparto. La imagen de Drácula en el cine tiene tan poco que ver con el libro original que en lugar de leer sólo unas líneas de guión, antes de ponerse a ensayar, Coppola puso a todo el mundo alrededor de una mesa a leer el libro de cabo a rabo en alto – cada uno leía su parte, claro. Les llevó dos días enteros, de mañana a noche. Yo pensé que qué gozada. Imaginaos sentados un par de días en una mesa con el Hopkins, el Oldman, la Winona, el Keanu, el Coppola leyendo Dracula de Bram Stoker y comentando la jugada con un café por la mañana, una birra por la tarde y un vino de los que el propio Coppola cultiva en California por la noche. Keanu (ocho años antes de ‘Matrix’, claro) dijo que habían sido los mejores días de su vida. La película luego puede salir como salga, pero una cosa así debe ser algo para recordar.

3 comentarios:

Alberich dijo...

La peli de mi vida!!!!
Decir que la idolatro es poco.
Significa tantísimo...cine y extracinematograficamente,claro.

Albe.

Lenka dijo...

Yo reconozco que me agarré un cabreo de mil pares. Precisamente por la razón que comentas. Drácula de Bram Stoker?? Con un par... Leí el libro cuando era una cría y me marcó de por vida (vampiros... qué os voy a contar que no sepáis??) Vi la película no mucho después (porque en 1992 seguía siendo una cría, qué cuernos!) y menudo berrinche. Qué había sido de la cándida Lucy? Por qué el malvado vampiro era un príncipe enamorado? Dónde quedaron los exquisitos modales de Van Helsing, que en la película parece un tarado viejo verde con varias copas de más?

Y el caso es que, con todo y con eso, la peli me gusta mucho. Pero mucho, mucho. Así que decidí no emberrincharme más y la rebauticé como "Drácula de Coppola". Me mentalicé de que el tipo había copiado los nombres de los personajes, la ambientación y poco más, para inventarse el resto. Ahora me siento mejor, jejeje...

Rogorn dijo...

Muchos mitos y cuentos pasan de ser de su creador a ser del pueblo. Eso pasa con Arturo, el Cid o Romeo, por ejemplo. Cada generación tendrá su propia versión, que hable a las inquietudes de su tiempo. En este caso siempre habrá una versión canónica, la de Stoker, pero las lecturas que se hagan de ella podrán ser infinitas. Y bueno, si al menos sale algo inspirado y arrebatador, se puede perdonar el destrozo.