sábado, 22 de noviembre de 2008

Reservoir dogs (1991)

Tras estallar cual bomba en el festival independiente de Sundance (premio del jurado) y en el de Sitges (mejor dirección y guión), el debut como director de Quentin Tarantino se convirtió una de las películas visual y estilísticamente más influyentes de la década. Tras la imagen ultracool del traje negro y la corbata estrecha, la historia trata de un robo de diamantes sólo en apariencia: las auténticas joyas son el uso del diálogo, del montaje, de una banda sonora hecha al completo de temas de los 70, y de un peculiar juego de mezcla de tensión y alivio (la violencia, por otra parte, es mucha menos de la que tiene fama). Aunque a veces parece una obra de teatro minimalista, con dos o tres actores gritándose en una nave industrial casi vacía, es una película que da más de lo que parece, encontrando huecos para ponerse casi barroca, y exprimiendo al máximo cada céntimo del reducido presupuesto conseguido gracias al interés personal de Harvey Keitel, el único actor del reparto con algo parecido a un nombre famoso en aquel momento.

(Resto de la entrada aquí:)

1 comentario:

Ina dijo...

Recuerdo que en su momento fué una especie de revolución, y no sin razón. La peli se sale, pero el uso (y abuso) de la violencia hacen que recuerde la experiencia como algo casi doloroso. Aunque le reconozco sus virtudes.

A partir de entonces todo lo relacionado con Tarantino, sus producciones, las de su pandilla de amigos, sus cameos, los guiones escritos por su asistenta... todo, pasó a ser objeto de culto incontestable.