domingo, 9 de noviembre de 2008

Roma (2005-2006)

Las películas y series (y libros, y obras de teatro, y reconstrucciones, y exposiciones, y revistas, y disfraces, y lo que se quiera) sobre el Imperio Romano siempre han gozado de gran popularidad y han provocado gran fascinación. Mientras que la historia humana suele verse como algo que cuanto más atrás en el tiempo vas, más oscura e ignorante era la gente, de repente te encuentras con que hace más de dos mil años había una civilización tan cosmopolita y sofisticada (con lo bueno y lo malo que traen ambas palabras) que prácticamente sólo le falta la electricidad y el haber descubierto la máquina de vapor para ser como sociedades dos milenios más tardías. No por nada la época dorada de Hollywood, con sus estrellas más grandes que la vida misma y su no reparar en gastos en los tiempos en los que quien quería cine tenía que pagar en taquilla sin remedio, trajo un aluvión de películas sobre este periodo. Citar precedentes sólo en el campo del cine sería muy largo, y varios de ellos requerirían su propio espacio para hacerles justicia.

Lo bueno que tiene esta serie, que por desgracia se ha quedado en 22 episodios nada más, es que no se apoya para nada en la imagen heredada que nos ha llegado de la gran pantalla hollywoodiense. Para empezar, aunque los medios económicos a disposición de las series televisivas han aumentado, no se dispone del presupuesto ni del tiempo necesario para montar espectáculos del tamaño de 'Gladiator' que en vez de 2 duren 22 horas. A la vez, hay más tiempo para desarrollar personajes, motivaciones, tramas secundarias y matices, y todo eso lo aprovecha la serie muy bien.

Los nombres de 'Vorenus' y 'Pullo' son los únicos que Julio César menciona en sus escritos de entre todos los legionarios de a pie que sirvieron bajo su mando. Los guionistas de la serie han cogido ambos nombres, de los que nada más se sabe excepto que César admiraba sus cualidades militares, e inventándose todo lo demás sobre sus vidas, los han puesto en el centro de un inmenso mural que abarca los años más conocidos y retratados de la historia romana: las guerras de las Galias, el paso del Rubicón, al ascenso de César, su asesinato, el auge de Marco Antonio, la magnética presencia de Cleopatra de Egipto, el poder de Octavio Augusto, etc. El resultado es algo cada vez más familiar en la novela y el cine histórico: poner a personajes inventados en el medio del mundo que retratan y a través de sus ojos presenciar hechos de gran importancia histórica. Esto tiene la ventaja de que al ser imaginarios los personajes principales, el guionista tiene más margen de maniobra para inventar sus aventuras y desventuras, sin preocuparse tanto de la exactitud histórica, mientras que emperadores, generales y demás pasan a ser actores secundarios.

Pullo y Voreno no pueden ser más distintos, y es normal que así los hayan imaginado. Voreno es un sargento chusquero envarado, disciplinado, serio y adusto, que, según Marco Antonio, "seguiría al águila imperial hasta dentro del culo de Júpiter". Lleva años fuera de casa, habiendo dejado mujer e hija en Roma, y no saben nada el uno del otro... por ahora. Pullo, por su parte, es una mala bestia, bebedor, follador y pendenciero, con una rara habilidad para hallarse en el peor sitio en el peor momento y saber salir de ello sin mayor problema y con monedas suficientes para irse de copas y fornicio. Uno de los episodios, de hecho, se llama, 'De cómo Tito Pullo derrumbó la república'. Ambos son dos personajes memorables, interpretados por Kevin McKidd y Ray Stevenson, cuyas fortunas suben y bajan en estos años convulsos al lado de otros grandes y pequeños nombres. El resto del reparto es demasiado extenso para mencionar, pero destacan Polly Walker como Atia de los Julio, madre de Octavio, una aristócrata que defiende su estatus social con su entrepierna (y la de sus hijos); el propio Octavio, un joven muy precoz en su inteligencia política (Max Pirkis en la primera temporada, Simon Woods en la segunda) y James Purefoy como un Marco Antonio en plan macho alfa, un hombre como los de antes, pero más bien negativo. Sí, que brío tiene y tal, pero a ver a quién le gusta que te traten así. Y la Cleopatra de Lindsey Marshal tiene su punto también: drogata, niña pija, malcriada y sabedora de con qué piensan los tíos.

Otro personaje de tremenda importancia es la propia Roma. Alejada del inmaculado desfile de togas que aparece en muchas películas antiguas, esta Roma es como dicen las crónicas: fuera de las mansiones es estrecha, apiñada, sucia, maloliente, llena de barro, de excrementos, de supersticiones, de animales de dos y cuatro patas, anónima pero sin privacidad, donde la vida nace, crece, se reproduce, mata y muere (y no siempre en ese orden). Y donde, sin una moral cristiana que está todavía a siglos de imponerse, las costumbres sociales y sexuales son otro mundo completamente distinto.

Obviamente, no todos los detalles históricos son correctos (y para quien quiera ver las inexactitudes concretas, puede leer esto: http://es.wikipedia.org/wiki/Roma_(serie_de_televisión)#Desviaciones_hist.C3.B3ricas ), pero el gran triunfo de esta serie es precisamente que no importa tanto esa exactitud o no, porque lo que nos interesa es ver más de esa urbe palpitante y de las desaforadas pasiones de Pullo, Atia, Octavio, Voreno o Marco Antonio. Mientras que en otras adaptaciones históricas uno siempre sale con la duda de qué será verdad y qué no, aquí logran que no importe tanto. De lo que se está es pendiente de dónde estaba Voreno el día que matan a César, qué pasará cuando Pullo conozca a Cleopatra, qué nueva maldad estará tramando Atia o cómo Octavio va a averiguar lo que pasa y sacar provecho de ello.

La serie ha tenido una aceptación popular tan grande que ha sido una sorpresa para mí ver cómo la crítica británica la desdeñaba y la americana la miraba más bien con curiosidad, como casi siempre que hablan de algo que no pasa en Estados Unidos. El certero análisis que pueden hacerte del oeste de 'Deadwood' o de la Nueva Jersey de 'Los Soprano' o de la Casa Blanca de 'El ala oeste' se convierte en inseguridad cuando hablan de algo de fuera, quizá por temor a pisar callos.

En fin, que se queda uno con ganas de más, pero no podrá ser. Siempre puede uno continuar con 'Yo, Claudio', que Calígula, Mesalina y Livia no son moco de pavo tampoco.

3 comentarios:

Kaken dijo...

Era una asignatura pendiente. Y me acabas de convencer para que la vea :-)
Gracias.

Celadus dijo...

Esta serie es, para mi, lo mejor que se ha hecho sea en cine como en televisión sobre Roma (incluyendo "Yo, Claudio", que ya es decir). Reconozco que el mundo romano es mi debilidad pero esta serie me engancho desde el primer capítulo. Yo diría que desde que vi el trailer ya me había enganchado, jeje. Fundamentalmente porque es muy creible, en todos los sentidos y como bien dices llegas a olvidarte de las inexactitudes históricas. Y mira que yo soy muy quisquilloso para eso. La ambientación es impresionante y los personajes muy logrados. Es una serie áltamente recomendable. No te la pierdas, Kaken ;).

Emilio Núñez dijo...

Peazo serie, poDios. Ro, has visto la de Carnivale???