sábado, 17 de octubre de 2009

El rey felón

El rey felón
José Luis Corral

'El rey felón' es la tercera y última entrega de la saga de novelas protagonizadas por el noble extremeño Francisco de Faria durante la Guerra de la Independencia. El autor, José Luis Corral, es profesor de historia en la Universidad de Zaragoza (concretamente, de Historia Medieval, y de hecho tiene publicadas otras novelas sobre El Cid, Gengis Khan, Constantinopla, Numancia, etc), y esto se nota bastante, al menos en dos o tres puntos.

El volumen cubre los años desde 1809 hasta 1815 (y no es ningún spoiler decirlo, ya que el propio subtítulo del libro es 'De las Cortes de Cádiz a Waterloo'), y se dedican tantas páginas a relatar los principales hechos de la guerra, como telón de fondo a la acción de los protagonistas, que más que ser una novela histórica resulta un libro de historia novelada. Quien nos cuenta los acontecimientos es un narrador omnisciente que a menudo deja de lado a los personajes durante unos cuantos párrafos, o páginas enteras, para decirnos qué estaba pasando con los grandes movimientos de tropas y asedios, como si fuera un documental dramatizado a ratos.

Por otra parte, a menudo los personajes hablan unos con otros como si fueran profesores disfrazados, diciéndose cosas que seguramente ya deben de saber, pero que mencionan para que la audiencia los entienda, lo cual resta mucha naturalidad a los diálogos. Por ejemplo, se hace decir a Goya: "Mis retratos son los mejores jamás pintados desde que lo hiciera el maestro sevillano Diego Velázquez". Parece un texto sacado de un folleto de una exposición y puesto en primera persona, con su "hiciera" en subjuntivo y todo. Sólo le falta a Goya añadir los años de nacimiento y muerte del tal maestro sevillano (entre paréntesis) y una relación escogida de sus obras, distruibuida por temas y periodos.

Los personajes son muy sencillos y sin complicaciones, lo cual puede ser una ventaja o un inconveniente: por un lado no se comen la historia, pero por otro parecen recortables en dos dimensiones: la novia, el sargento, el ventero, el afrancesado... Incluso Goya, Wellington y Pepe Botella aparecen un tanto acartonados. El propio Faria, cuyas peripecias se siguen, no acaba de saltar de la página tampoco. Es un noble, pero magnánimo y progresista que se porta con el personal de sus fincas mejor de lo que cabe esperar. Vive la Constitución de Cádiz como si fuera su ideal de toda la vida. Está en contra de maltratar al enemigo o torturarlo como castigo o forma de sacar información. Hoy en día sería ministro de Zapatero sin duda.

Además, tiene un olfato para la gresca que me río yo de la Jessica Fletcher de 'Se ha escrito un crimen': allá donde va, se arma. Es normal que al lector se le hagan ver acontecimientos históricos presenciados en persona por los protagonistas, pero es que este hombre se las ha apañado para estar en Trafalgar, en el 2 de mayo, en el sitio de Zaragoza, en las tomas de Badajoz y San Sebastián, la firma de la Pepa, la vuelta de Fernando VII, múltiples otras batallas y organizando partidas de guerrilleros por Andalucía y ambas Castillas. Porque esa es otra: en esta novela Francisco de Faria fue quien inventó la guerrilla, pero nadie le hacía caso (esto es España, al fin y al cabo) hasta que empezó a funcionar el tema por sí solo. Así que Faria se pasa buenos trozos de novela organizando grupos aquí y allá, "llevándoles precisas y minuciosas instrucciones", aunque sobre esas instrucciones tan precisas nunca se nos cuenta nada. Convence a cetrinos bandoleros para que se plieguen a su organización militar con una simple mirada, y cualquier plan para entrar o salir de una ciudad ocupada por los franceses le sale bien con mínimas complicaciones. Incluso se tira media noche dejándose llevar Ebro abajo agarrado a un tronco sin pillar una pulmonía de aquí te espero.

Nada de todo esto tiene por qué ser un defecto, sin embargo. A muchos lectores, al contrario, les resultará una narración fácil, amena, ligera, e incluso sustitutiva de un libro de historia, ya que se ven la evolución de los principales hechos de armas, las decisiones de Napoleón desde París, el dilema de los patriotas afrancesados, la negativa cerril de los españoles a aceptar cambios que irían en su beneficio, lo despreciable que resultaba Fernando VII (el rey felón del título)... Está todo ahí, y se puede uno enterar bien de lo que pasó en esos siete años, pero no obstante corre el riesgo de no satisfacer ni a los amantes de la historia ni a los de la novela histórica, ya que no basta con poner unas ropas de época sobre un escenario del pasado, y el listón está últimamente bastante alto. O no tan últimamente, ya que por ejemplo, 'El húsar', de Arturo Pérez-Reverte, escrito hace más de un cuarto de siglo ya, logra mucho mejor crear personajes memorables y retratar el conflicto en que se vieron metidos en 170 páginas.

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