viernes, 9 de julio de 2010

Teodosio

Teodosio
Gonzalo Bravo
(La Esfera de los Libros, 2010)

Rigor y amenidad son dos palabras que todas las contraportadas atribuyen a los libros de los que hablan. Es el Santo Grial de la redacción de libros de historia. En este caso, lamento tener que decir que hay mucho de lo primero, pero poco de lo segundo.

El tema del libro es muy interesante. Es uno de esos varios momentos en que la historia podría haber seguido un curso diferente, y el mundo desde entonces habría cambiado por completo. Durante sus dieciséis años como emperador de Roma, Teodosio dio un impulso tan grande al cristianismo que su creciente auge de los siglos anteriores se convirtió en definitivamente irreversible. Lo que ya no estaba tan claro, sin embargo, es qué interpretación de la doctrina cristiana iba a triunfar entre las varias que pujaban por la primacía, y si ésta lo iba a hacer excluyendo a las demás o conviviendo con ellas, de la misma forma que varios dioses habían convivido tradicionalmente en el imperio romano. Bien, pues a Teodosio debemos, para bien y para mal, un impulso definitivo a lo que hoy llamamos catolicismo. Hispano tenía que ser. De Cauca (Coca, Segovia), concretamente.

El problema que tiene este libro es que no acaba de estar bien organizado. Para empezar, además de hablar de Teodosio (346-395 DC), habla de todo el siglo IV y de buena parte del V, lo cual no es ningún problema, sino más bien al contrario, ya que se necesita contexto para entender un gobierno, y también es bueno saber qué pasó después, pero eso difumina bastante la figura central de Teodosio, que se supone que es el foco principal del texto, y que aparece y desaparece constantemente. No hay mucha organización cronológica, saltamos hacia adelante y hacia atrás constantemente, y hay muy poca cohesión entre los capítulos, de forma que hay información que aparece repetida varias veces (hasta seis o siete, y no exagero), como la discusión sobre si Teodosio se rodeó o no de un "círculo hispano" de funcionarios, y datos que no se mencionan en absoluto, como por ejemplo explicar brevemente en qué consisten las diversas herejías que se enfrentaban entre sí en los concilios, palacios, calles e iglesias. Nunca se nos cuenta cuáles eran las diferentes interpretaciones de la doctrina cristiana propuestas por el arrianismo, el priscilianismo o el maniqueísmo, ni por qué llevaban a enfrentamientos tan enconados entre sí y con los católicos. Sólo se mencionan los nombres de estas ideologías y quién ganó qué batalla. Y la cuestión religiosa es de importancia capital en esta década y media, porque ya la portada vende a Teodosio como "último emperador de Roma, primer emperador católico". Así, la impresión que acaba dando el libro es el de la típica colección de cromos, en la que siempre tienes unos cuantos repetidos varias veces, pero nunca te salen otros, que dejan grandes huecos en el álbum.

En la introducción, el autor dice que "La historia, entendida como ciencia, no consiste en conocer todo sobre todo, ni siquiera algo sobre todo, sino más bien en saber mucho sobre algo". Y con ese espíritu parece estar recopilado, más que escrito, el libro, donde cada apartado es un mucho sobre algo que no acaba de fluir del todo, a pesar de continuos "vid. supra" y "vid. infra". Esta sensación se acentúa al ver que las 130 últimas páginas del libro están dedicadas a 36 fichas biográficas de personajes relacionados con Teodosio, ordenados alfabéticamente, dos cuadros genealógicos, cinco páginas de cronología entre los años 284 y 428, 26 páginas de términos técnicos latinos y griegos ('Princeps': oficial que encabezaba uno de los grados de la cancillería imperial. Vid. 'scrinia'), ocho páginas de topónimos ('Veleia': Iruña, Vitoria), cinco páginas de emperadores y jefes no romanos, cuatro de abreviaturas, dos de mapas y 31 de bibliografía. Ciertamente, es un "mucho sobre algo", y estos datos crudos y organizados en listas harían las delicias de jugadores de rol, pero la narración de las páginas anteriores no los aprovecha bien. Parece que es el lector quien debe hacer todo el trabajo de recomponer el puzzle con las piezas que se le dan al final.

En el mismo sentido, es bastante curiosa la dedicatoria con que comienza el libro: "A quienes ya se han dado cuenta de que la historia -aun antigua- es algo más que una serie de "historias", incluso bien contadas." Esta frase tiene toda la pinta de una pulla a quienes acuden a la historia con ánimo de buscar entretenimiento o exotismo, en lugar de rigor y estudio, a quienes prefieren "historias" o relatos históricos para pasar el rato en vez de agradecer la dedicación, constancia y atención al detalle a veces aburrido que ha de tener un historiador de carrera, como este propio autor, que es catedrático de Historia Antigua en la Complutense. Aparte, ¿qué tiene de malo una historia bien contada? El rigor no tiene por qué estar reñido con la amenidad y la buena hilazón de un libro de historia pura, que puede ser tan apasionante como una novela. No se trata de masticárselo todo al lector, pero sí de tenerle en cuenta a la hora de dar forma a los conocimientos acumulados.

A pesar de todo, es de agradecer la publicación de un libro sobre este momento histórico, y quien venga armado de la paciencia suficiente podrá verse recompensado.

5 comentarios:

Lenka dijo...

O sea, que más que "Teodosio" ha resultado pelín "Tedioso", no??
(Juas, chiste fácil. He aprendido del mejor!)
;)

Rogorn dijo...

Juas. Bueno.

Más que tedio, me da coraje que los catedráticos españoles no sepan escribir un libro de historia bien. Tienen los conocimientos y las horas que han echado y lo que quieras, pero siguen haciendo las cosas como si funcionaran con fichas de rayas aún.

Remolina dijo...

Y ¿quién te ha dicho a tí que no funcionan con fichas de rayas aún? ¿eh?

Pues así y todo lo mismo me lanzo y me lo leo.

Rogorn dijo...

Estoy seguro de que algunos siguen así. Es más, yo he tenido profesores de esos.

Remolina dijo...

Por eso lo digo. Haberlos haylos.