jueves, 1 de julio de 2010

Un día en la antigua Roma

Un día en la antigua Roma
Alberto Angela
(La Esfera de los Libros, 2009)

Lo que pasa con las obras de divulgación histórica es que mientras para unos pueden ser una delicia que les presenten de manera accesible cosas que no sabían, para otros que conozcan mejor el tema se pueden quedar tan cortas como un libro de texto de primaria. Así que lo primero es dejar claro de qué tipo es este libro en concreto, para que cada lector decida si le conviene o no.

Y en ese espíritu, yo creo que este volumen es una obra muy buena para usar como "mi primer libro serio sobre Roma", y esto tanto para adultos como para lectores más jóvenes. Es más, resulta especialmente recomendable para jóvenes, incluso aquellos sin excesiva inclinación por la lectura, porque el libro está lleno de información sorprendente, fascinante y contada de forma rápida y clara. Además, no es uno de esos libros repletos de ilustraciones para todo, donde las cosas entran sólo por los ojos. Aquí hay quizá una docena larga de sencillos dibujos a lápiz, pero eso es todo. Es un texto bien narrado y descrito que deja espacio a la imaginación. Ojo, sin embargo, al capítulo final, donde a partir de las nueve de la noche nos adentramos en el mundo del sexo a la romana, así que cuando digo "jóvenes", allá cada padre (y madre) con lo que entienda y permita. Pero ya antes, durante todo el día, a modo de aviso para navegantes, habremos visto pintadas procaces y penes de bronce colgados por todas partes, como amuletos de buena suerte y símbolo de abundancia.

El autor, Alberto Angela, es un divulgador muy conocido en Italia, sobre todo debido al programa de televisión 'Ulisse', que lleva en antena en la RAI desde el año 2000, y que se dedica a temas históricos de todo tipo, desde los etruscos y los faraones hasta el Everest, los zares, el desembarco de Normandía o los Andes. Obviamente, el mundo romano es uno de los temas principales cada temporada, y el 2007 Angela publicó este 'Una giornata nell'antica Roma' que ha llegado a España en La Esfera de los Libros, traducido por Alejandro Pradera.

El libro da exactamente lo que promete: un día en la antigua Roma, exactamente en el año 115, durante el mandato de Trajano. Se ha escogido este momento, en lugar del quizá más famoso tiempo de Julio César o Augusto, porque es la época de mayor expansión geográfica del Imperio (aunque eso no importa, porque no nos vamos a mover de Roma capital), y también porque varios de los monumentos más conocidos de la Roma imperial no se habían construido antes. Entre ellos, sobre todo, el famoso Coliseo, que ni César ni Augusto, por ejemplo, llegaron a conocer.

Comenzamos el día al alba, a lo que serían las seis de la mañana. Obviamente, no hay electricidad y los medios de hacer luz artificial no dejan de costar dinero, así que la jornada viene dictada por la salida y la puesta del sol. Empezamos colándonos en una domus de familia acomodada, visitándola justo antes de que se despierten sus moradores, y a medida que vayamos viéndolos desperezarse y comenzar el día, iremos pasando por los principales sitios de la ciudad, tanto los monumentos, termas y templos como los mercados y calles estrechas. Incluso, dado que no somos Jack Bauer en '24', también tendremos ocasión de ir al servicio, donde obviamente nos las tendremos que apañar sin papel.

La Roma que veremos es un lugar abigarrado, ruidoso, superpoblado y lleno de olores, colores (Roma es exactamente roja, blanca, verde y dorada) y sabores, a veces encantadores y a veces repulsivos. Se la compara continuamente con ciudades actuales del norte de África o de Oriente, como por ejemplo Bombay, donde se puede encontrar una mezcla asombrosa de lo que hoy llamaríamos primer y tercer mundo. Cada página trae una nueva esquina, casa, taberna o mansión repleta de elementos sorprendentes, algunos por lo distinto a lo nuestro y otros por lo similar. Por ejemplo, la domina de la casa tarda su buen rato en salir tras cuidar su maquillaje y peluquería a la última moda, y por otro lado veremos cómo encender fuego con una seta, o por qué los romanos preferían las mesas de tres patas.

Tras la domus de los ricos, pasaremos por una ínsula, que es un bloque de pisos, tal cual, donde al revés de lo que pasa hoy, los bajos son más apreciados que los altos. Primero, porque no hay ascensores, y segundo, porque si hay un incendio, cosa no infrecuente, el que vive arriba es quien más tarda en poder salir. Eso si puede. Así, mientras que la planta baja puede ser una vivienda de la misma calidad que una domus, y además en pleno casco urbano, según vamos subiendo la calidad de los domicilios va empeorando, y vamos viendo pisos realquilados varias veces para compartir gastos, donde se apiña la gente, hasta llegar al ático, que a menudo es un lugar casi inhabitable, lleno de goteras, donde prácticamente sólo cabe tumbarse, cerrar los ojos y esperar a que llegue el día para pasarlo fuera de allí. Porque esa es otra característica de esta Roma: al igual que en muchos sitios de África y Asia hoy en día, la gente no para prácticamente en casa. A casa se va a dormir, y la vida se hace en la calle, incluso aunque no se tenga oficio. El resultado es que hay gente y barullo por doquier.

Es un mundo fascinante en el que sumergirse, pero el tono del libro nunca nos deja olvidar que somos turistas. Como ya se ha dicho, a Roma se la compara con la Bombay o la Túnez de hoy, pero también veremos en las termas a un rico tan rodeado de sirvientes que atienden cada parte de su cuerpo y vestimenta que parece un Fórmula 1 rodeado de mecánicos. Un elemento arquitectónico de un edificio recuerda a la Ópera de Sydney. En los juzgados la voz potente de un abogado hace que una sala se vacíe y se llene la suya, en lo que se compara con cambiar el canal de una televisión. Los precios en sestercios y ases se nos traducen a euros.

A partir de las tres de la tarde la actividad decrece casi súbitamente. En el Coliseo, donde ya ha habido sesiones matinales con fieras y ejecuciones, llega la hora de los gladiadores. Y ya que hemos vanido en esta época, y que el Coliseo figura en la portada del libro, no podemos dejar de ver una detallada descripción de varias peleas. A las cuatro de la tarde, las tiendas están cerradas, y dado que llevamos desde las seis de la mañana por ahí, nos invitan a un banquete de varias horas, donde aprenderemos mucho sobre la comida que nos sirven, algunas de ellas cosas que desearíamos no haber sabido. A las nueve, ya de noche, la vida no se acaba del todo. Hay sexo, o tabernas, o las dos cosas, para los aventureros. Porque a lo largo de todo el día, no dejaremos de habernos encontrado con varios ejemplos de lo violenta que es esta ciudad, y no sólo en aplicación de la justicia o para divertimento público. Habrá cadáveres de un par de días, riñas tabernarias y bebés abandonados en sitios tan conocidos y rutinarios que hay gente que se gana la vida recogiéndolos y criándolos para fines diversos (incluso revenderlos a sus padres originales).

Y así se nos acaba el día. Al igual que una visita de sólo una jornada a la Roma de cualquier época se nos quedaría excesivamente corta, este libro mete lo que es posible meter en 380 páginas y deja al visitante la elección de ahondar en el tema o conformarse con lo que ha visto. La visita, desde luego, ha merecido la pena.

En suma, es un libro de los que hacen afición. De los que hacen lo mejor que puede hacer un libro, que es hacerte desear leer otros. Incluso quien tenga sus estantes poblados de clásicos latinos, y ya sepa cómo hacer garum, cómo funcionaba una caja fuerte romana o cómo es posible decir a alguien que no habla latín ni sabe escribir que el precio de su compra son 37 sestercios, haría bien en tener esta obra, aunque sólo sea para prestarla a otros.

5 comentarios:

Kaken dijo...

Lo has conseguido, mañana me lo compro¡¡¡
Lo que describes es justo lo que me gusta leer en cuanto a Historia en general y, sobre todo, en lo que se refiere a la Roma antigua.
Es un regalo que algún autor te haga viajar en la máquina del tiempo, con tantos detalles cotidianos.
Gracias, Ro, no veo la hora de meterle mano¡¡ ;-)

Rogorn dijo...

Gracias, K. ¡Acuérdate de comprarlo en Fantasymundo!

Lenka dijo...

Conmigo lo has conseguido también, me lo apunto. Ya podría cundir el ejemplo! Que saquen más. Un día aquí un día allá, en distintas ciudades y épocas. Da pa una colección que ríete tú del Espasa. En serio lo digo. Muchas veces uno puede saber un montón sobre historia (no es mi caso), pero cuánto sabemos de la historia de la calle, de la gente, de los que no salen en los libros de texto (ni en los otros!) con nombres y apellidos??? Esto lo digo sobre todo como aficionada al tecleo. Hay épocas de la historia que me fascinan y siempre he querido escribir historias sobre ellas, pero basadas en gente corriente (no en Reyes ni en héroes). Eso requiere un curro de documentación como para morirse (salvo que te mole eso, y no, lo siento, soy demasiado vaga!) Y sin ese curro, prepárate a escribir todo tipo de disparates!!!! A mucha gente le da igual, y hasta les publican esos disparates (que luego les critican furiosamente los frikis/expertos en la materia). A mí me echa patrás directamente. Libros como este ayudarían mucho con mil detalles cotidianos. Qué comía la peña, cuánto dinero se manejaba, de qué estaba hecha su ropa, si tal o cual forma de pensar era lo normal o una majadería completa. Mola, mola!!!

Rogorn dijo...

Muchas gracias. Seguro que hay libros de este tipo sobre todas las épocas ya publicados. Si a alguien le interesa, por ejemplo, la vida cotidiana del Siglo de Oro, José Deleito y Piñuela tiene varios libros sobre el tema, como 'La mala vida en la España de Felipe IV', 'El rey se divierte' y 'También se divierte el pueblo'.

Remolina dijo...

Pues hala, otro para la lista.