sábado, 29 de noviembre de 2008

Matar a un ruiseñor (1962)

En Alabama, Sur profundo de Estados Unidos, durante 1932, el abogado viudo Atticus Finch (Gregory Peck) cría a su hija de 6 años y su hijo de 10. Con su calor veraniego, sus mecedoras, sus carreteras sin asfaltar, sus niños traviesos en pantalón corto jugando con neumáticos viejos y sus casas con porche que no hace falta cerrar con llave, es una auténtica postal de un tiempo que ya está perdido (o quizá no tanto), y que es fácil caer en el error de pensar que siempre fue mejor, porque sí. La postal se afea, pero se completa, obviamente, con un racismo galopante que parece afectar a todos menos a Finch. La película es muy famosa por las escenas del juicio en el que el protagonista defiende a un trabajador negro de las acusaciones de su patrón blanco, pero esa parte sólo ocupa los minutos centrales de un film en el que el mensaje antirracista solamente es una de las muchas facetas de la educación de los chavales, siendo las otras crecer sin madre y con una criada negra como sustituta, enfrentarse a los miedos infantiles del caserón deshabitado cercano, y ver muy de cerca la violencia de la que sus mayores son capaces. La sensación de tiempo perdido aumenta por el hecho de que la película se estrenó en 1962, el año anterior al asesinato del presidente John Kennedy, un suceso que hizo perder la inocencia al país entero (donde aún quedara).

Ganadora de 3 Oscars: Actor (Gregory Peck), Guión adaptado (Horton Foote) y Dirección artística en blanco y negro (Alexander Golitzen, Henry Bumstead y Oliver Emert). 5 otras nominaciones: Película (Alan J Pakula), Director (Robert Mulligan), Actriz secundaria (Mary Badham), Fotografía en blanco y negro (Russell Harlan) y Música (Elmer Bernstein).

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1 comentario:

Sianeta dijo...

Esta película es probablemente una de las que más me han impactado. La vi cuando era muy pequeña y me pareció una aventura fascinante. Ahora me parece una obra maestra, con la sobria y magistral interpretación de G. Peck, del que quedé prendada hasta los restos. Gracias por trasmitir el sabor de la película, Ro.