jueves, 2 de agosto de 2012

Anécdotas olímpicas VII


(¿Pensabais que os ibais a librar tras cuatro años? Pues no. Mwahaha)

Especial 200 metros

París 1900

El ganador de la medalla de plata, Norman Pritchard, viene siendo objeto de un tira y afloja desde que obtuvo ese segundo puesto. Sus padres eran ingleses, pero él nació en un suburbio de Calcuta en 1875. Cuando visitó Inglaterra en 1900, participó en varias competiciones atléticas inscribiéndose como representante tanto de un equipo indio, el Bengal Presidency Athletic Club como del London Athletic Club. Esto provocó disputas sobre su nacionalidad cuando participó en los Juegos. Cuando volvió a Asia, Pritchard fue secretario de la Federación India de Fútbol y también se dedicó al comercio del yute. Por último, en 1913 se mudó a Estados Unidos y se hizo actor con el seudónimo de Norman Trevor, actuando en 28 obras de teatro y en 27 películas, entre ellas 'Beau Geste', con Ronald Colman y 'The love trap', de William Wyler.

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Saint Louis 1904

En los tres primeros Juegos en que se disputó esta prueba, solamente participaban cuatro finalistas. En esta final (la segunda de la historia), donde los cuatro corredores eran estadounidenses, tres de ellos hicieron salidas nulas. Según las reglas de entonces, la penalización no consistía en ser expulsados de la carrera, sino en volver a empezarla haciendo a los culpables salir dos yardas más atrás que el resto. En este caso, sin embargo, no había sitio suficiente tras los atletas, así que la penalización fue de solamente una yarda. Esto fue ventaja suficiente para que el cuarto finalista, Archie Hahn, se hiciera con el título.

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París 1924

Dos anécdotas sobre esta carrera. En primer lugar, sobre Charles Paddock, el estadounidense que había ganado la plata cuatro años antes en Amberes. El día anterior a las semifinales y la final de París, Paddock estaba un tanto deprimido, pensando que estaba en declive. Un amigo suyo, nada menos que el actor de cine Douglas Fairbanks, se lo llevó de cena a su casa, invitando también a otro par de estrellas del celuloide, Mary Pickford y Maurice Chevalier, que a nimaron a Paddock a base de hacer imitaciones de otros atletas, como Paavo Nurmi y Harold Abrahams, y de darle consejos como "si crees en ti mismo. ganarás mañana". Paddock, más animado, durmió bien esa noche, ganó su semifinal... y acabó segundo otra vez en la final, tras sufrir un tirón en su última zancada, que como era tradicional entre los sprinters de entonces, solía consistir en un salto para cruzar impetuosamente la línea de llegada.

El vencedor de la carrera fue el también estadounidense Jackson Scholz, que se ganó la vida tras los Juegos vendiendo novelas baratas de temas deportivos (hasta 31 de ellas). Esta carrera es una de las que en 1981 apareció  en la película 'Carros de fuego', así que Scholz  se encontró con que cincuenta y siete años después de aquella final, mucha gente volvió a interesarse por él. El problema es que en la película, el guion se tomó muchas libertades con su personaje, entre ellas una escena en la que Scholz, justo antes de empezar los 400 metros, le da a Eric Liddell un papel con un mensaje religioso, para motivarlo. En la vida real, Scholz nunca hizo tal cosa, y de hecho ni siquiera era religioso, pero tras el estreno, a sus 84 años, su casa en Florida empezó a verse inundada de cartas de gente que le pedía ánimo espiritual. De hecho, cuando le preguntaron qué era lo que más recordaba del personaje principal de la película, Harold Abrahams, que había vencido a Scholz en la final de los 100, éste respondió: "¿Lo que más recuerdo? Su culo".

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