domingo, 12 de agosto de 2012

Anécdotas olímpicas X


Pentatlón moderno

El pentatlón moderno es una especie de abuelo centenario (debutó en los Juegos en 1912) que se resiste a morir a pesar de que se ha quedado anticuado. Su origen es bastante poético, al menos como podía entenderse en el siglo XIX. En los Juegos Olímpicos de la antigüedad el pentatlón era un conjunto de cinco pruebas destinado a buscar a un atleta/cazador/guerrero completo, y constaba de carrera, salto, lucha y lanzamientos de jabalina y disco. El fundador de los Juegos de la era moderna, el barón Pierre de Coubertin, creó una versión puesta al día, y las cinco pruebas elegidas fueron las que tendría que pasar un soldado a quien se encargara llevar un importante mensaje a su general atravesando territorio enemigo (ya he dicho que esta idea surgió en el siglo XIX): tendría que montar a caballo un trecho, usar espada y arma de fuego para escapar de sus oponentes, y tras perder el caballo, tendría que nadar y finalmente acabar su gesta corriendo campo o bosque a través. Además, el caballo tendría que ser un animal cualquiera, no uno acostumbrado a su jinete, de forma que las monturas usadas por cada participante las provee la organización y se sortean antes del comienzo.

Como idea no deja de ser intrigante, pero siempre ha tenido muchos problemas para concitar el interés del público, ya que a menudo debe celebrarse en varios lugares diferentes acordes con las exigencias de cada prueba. Además, debido a su origen y a sus primeros participantes (todos sus ganadores hasta 1948 eran militares), a medida que el status social de los ejércitos fue decreciendo durante el siglo XX, y en algunos casos provocando rechazo, el pentatlón fue quedando arrinconado como una reliquia de otros tiempos. A esto no ayudó el que a partir de los años 50 los principales interesados en este deporte fueran escandinavos y países de la Europa comunista, a pesar de que dos medallistas de oro húngaros (los vencedores en 1964 y 1972) trabajaron activamente por la democracia en su país. Uno de ellos fue elegido parlamentario en las primeras elecciones post-comunistas y otro había sido escogido antes para liderar una red de activistas pro-democracia. Además, el formato ha cambiado con frecuencia debido a los deseos de hacerse más accesible al público, de hacer frente al dopaje y las trampas, e incluso de conseguir el planteamiento más justo posible, equilibrando todas las pruebas. Al principio se disputaba una prueba diferente cada día durante cinco consecutivos (lo cual daba un tanto al traste con la inspiración del soldado mensajero), pero otras veces se hizo en cuatro, y actualmente solo en uno, medida que ha resultado en un marcado auge de público presente, a pesar de (o quizá debido a) que se tarda unas diez horas en completarse las cinco pruebas. El pentatlón lleva en la cuerda floja varias olimpiadas, y el COI solo ha prometido mantenerlo hasta su centenario en 2012. Veremos qué ocurre con él tras Londres.

Mientras tanto, es una fuente inagotable de anécdotas. En su debut en Estocolmo 1912, seis de los siete primeros clasificados fueron suecos, y el estadounidense que terminó quinto era George S Patton, que treinta años más tarde sería uno de los generales más famosos de la Segunda Guerra Mundial. Lo curioso es que su peor prueba fue la de tiro, en la que acabó 21º de 32 participantes. Patton dijo que esto fue porque uno de sus tiros dado como fallados había sido, al revés, tan exacto que había entrado justo por el hueco dejado en la diana por un disparo suyo anterior. No hay ninguna prueba de que esto sea cierto, pero si lo fuera, habría ganado el oro. Para la carrera final, Patton se preparó con una inyección de opio.

Los cinco primeros pentatlones olímpicos estuvieron casi completamente dominados por suecos: En Amberes 1920 coparon los cuatro primeros puestos, en París 1924 los tres primeros, y tanto en Amsterdam 1928 como en Los Ángeles 1932 fueron primero, segundo y cuarto. El ganador de 1928, Sven Thofelt, ganó 12 años después, en Berlín 1936, otra medalla en esgrima, y otra más en Londres 1948. Al año siguiente fundó la Modern Pentathlon Union, que presidió durante 23 años. En 1992, cuando el pentatlón se vio amenazado con ser excluido de los Juegos, Thofelt, a sus 88 años, lo defendió públicamente como “toda una educación en sí misma, que debería servir de experiencia a todos los líderes, ya que entrena la mente tanto como el cuerpo. La equitación y la esgrima están en la mente, siendo el cuerpo solo un instrumento de ella. El tiro es una prueba de carácter, firmeza y voluntad. Solo la natación y la carrera son pruebas totalmente físicas”.

En Berlín 1936 se usaron dianas con forma de silueta humana. En Londres 1948 el ganador fue el sueco William Grut, que seis meses antes, en los Juegos de Invierno de Saint Moritz, había acabado segundo en una prueba de demostración llamada “pentatlón de invierno” donde la carrera y la natación eran sustituidas por esquí de fondo y de descenso.

En Helsinki 1952 llegó el primer vencedor no militar, un carpintero (inevitablemente sueco) llamado Lars Hall, que ganó gracias a dos importantes golpes de suerte: primero el caballo que le tocó en suerte estaba cojo, así que le dieron el que quedaba, que resultó ser el mejor caballo de toda Finlandia, de forma que Hall solo tuvo que preocuparse de no caerse de la silla y su montura se ocupó de todo. Dos días después, llegó 20 minutos tarde a la prueba de tiro, pero le salvó de la descalificación el hecho de que los jueces estaban ocupados resolviendo una protesta del equipo soviético.

El pentatlón tiene el infame honor de ser el primer deporte olímpico donde hubo una descalificación por dopaje. Fue en México 1968, donde el sueco Hans-Gunnar Liljenvall dio positivo por alcohol, que muchos participantes usaban para calmar los nervios antes de la prueba de tiro. A pesar de decir que solo se había tomado dos cervezas, el resultado de su análisis fue bastante superior. En Múnich 1972 se descubrió en controles antidopaje que hasta 14 pentatletas habían dado positivo por tranquilizantes como el Valium y semejantes, que entonces se descubrió que también eran usados con frecuencia para calmar los nervios antes de la prueba de tiro. Esta práctica estaba prohibida por la federación de pentatlón, pero no por el COI, así que no hubo suspensiones esta vez. Sin embargo, esto acabó provocando que en Los Ángeles 1984 se hicieran las pruebas de tiro y carrera seguidas en el mismo día, para que así resultara contraproducente tomar tranquilizantes.

El pentatlón también sufrió una de las trampas más descaradas de la historia deportiva. En Montreal 1976 el soviético Borys Onyshchenko, que se retiraba tras estos Juegos, se vio favorecido por tocados de esgrima que no parecían haber hecho contacto con su oponente. Cuando esto ocurrió dos veces seguidas contra dos rivales británicos, a Onyshchenko se le retiró la espada y se descubrió que la tenía trucada para que el sistema eléctrico que se usa en esgrima registrara un tocado a su favor cuando él quisiera. Tras ser expulsado de la villa olímpica nunca se le volvió a ver fuera de la URSS, así que no se sabe cuánto tiempo llevaba usando esta trampa. Revisando sus puntuaciones anteriores, que ya eran altas, se observó un marcado aumento en ellas desde 1970.

La suerte con los caballos a menudo ha sido determinante para el resultado de la prueba. En México 1968 el alemán Hans-Jürgen Todt tuvo tantos problemas con Ranchero, el corcel que le tocó, que al acabar el recorrido de obstáculos atacó físicamente al animal y tuvo que ser apartado por sus compañeros de equipo. En Barcelona 1992 se decidió colocar la prueba de equitación al final, para evitar la eliminación prematura de favoritos, pero la cosa no funcionó, y como se ha visto, a punto se estuvo de eliminar el pentatlón del programa olímpico.

Y terminamos con una de esas historias demasiado enrevesadas como para ser ficción. El protagonista es el ruso Eduard Zenovka, que antes de Barcelona 92 había perdido dos títulos importantes de pentatlón debido a caídas del caballo. En Barcelona le ocurrió otra vez cuando iba líder (recordemos que esta vez la equitación iba al final) y además incurrió en una penalización extra al olvidar recoger su casco antes de continuar. Suerte tuvo de al menos lograr el bronce. Menos de un año después, en 1993, tras haber bebido, tuvo un accidente de coche en el que se mató su pasajera, la campeona del mundo de gimnasia rítmica Oksana Kostina, y en el que él perdió un riñón. En Atlanta 1996, la primera vez que se disputó el pentatlón en un solo día (se tardó casi 13 horas), Zenovka iba sexto antes de la carrera final, y durante ésta logró ponerse primero, pero a diez metros de la meta se resbaló y perdió el oro, al ser adelantado por el kazajo Aleksandr Parygin.

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