viernes, 10 de agosto de 2012

Anécdotas olímpicas IX


Especial baloncesto

El baloncesto debutó como deporte olímpico de pleno derecho en Berlín 1936. Durante muchos años el equipo estadounidense se elegía en unos “trials” o pruebas específicas a los que los entrenadores de los equipos universitarios (los profesionales no podían ir) enviaban a sus mejores jugadores. La mitad de la primera selección estadounidense olímpica eran miembros del equipo que ganó esos trials, el conjunto de la productora de cine Universal Pictures. La Universal dijo que no quería mandar empleados suyos a unos Juegos organizados por la Alemania nazi, y amenazó con despedir a quienes viajaran. Los jugadores, uno de los cuales era judío, decidieron ir de todas formas y se pagaron el viaje jugando amistosos. Una vez empezado el torneo, la FIBA quiso prohibir la participación de jugadores que sobrepasaran el 1’90 de estatura, por considerarlo poco deportivo, pero el equipo estadounidense, que habría perdido así a tres de sus jugadores, objetó, y la regla no fue aprobada. El campeonato se celebró al aire libre, en una cancha de tenis de tierra batida y arena, rodeada por un reborde elevado de cemento. El día de la final llovió, dificultando el bote y el agarre del balón, y como consecuencia el resultado final fue de Estados Unidos 19 Canadá 8. Uno de los jugadores estadounidenses, Joe Fortenberry, uno de los de más de 1’90, metió tantos puntos él solo como todo el equipo canadiense. Las medallas (bronce para México) fueron entregadas por el mismísimo inventor del baloncesto, James Naismith.

Debido a la Segunda Guerra Mundial, la segunda aparición olímpica del baloncesto no se produjo hasta Londres 1948, cuando Estados Unidos tuvo a su primer jugador negro en su selección. Entre las varias anécdotas del torneo está un árbitro británico que quedó inconsciente de un balonazo en un partido entre Chile e Iraq, un jugador chino que consiguió una canasta tras driblar por entre las piernas de un jugador estadounidense de 2’10 (me refiero a que el jugador chino entero le pasó por entre las piernas, no solo el balón) y que en el fieramente disputado Brasil-México por el bronce un brasileño acabó perdiendo los pantalones y tuvo que retirarse al vestuario. Iraq perdió todos sus partidos por una media de 104-23, aunque aún así superaron en poderío ofensivo a Irlanda, que anotó de media 17 puntos por partido. Y en el equipo cubano había un futuro Ministro de Educación con Fidel Castro.

Cuatro años después, en Helsinki 1952, Estados Unidos ganó a la Unión Soviética 86-58 en la liguilla de semifinales, y cuando los dos equipos se enfrentaron de nuevo en la final, los soviéticos, escarmentados, congelaron la posesión de balón todo lo que pudieron. Tras diez minutos de partido el marcador era solo de 4-2 para los americanos, y 17-15 en el descanso. A cinco minutos del final, con los estadounidenses 31-25 arriba fueron éstos los que se dedicaron a congelar la bola, y un soviético se enfadó tanto que se sentó sobre el suelo de la cancha en protesta, hasta que su entrenador le mandó levantarse.

Protagonistas fueron también por otro motivo el equipo uruguayo. En la liguilla de semifinales contra Francia, Uruguay se quedó con solo tres jugadores sobre la cancha de tantas faltas como hicieron. Aún así, lograron encestar para empatar a 66 a falta de segundos para el final, y el árbitro estadounidense pitó una personal. Los uruguayos se le echaron encima y se tardó cinco minutos de bronca en aclarar que la falta había sido pitada después de la canasta, así que los dos puntos valían. Sacó Francia, Jacques Dessemme anotó de bandeja fácil en superioridad numérica, los franceses ganaron, y los uruguayos volvieron a atacar al árbitro, llegando incluso a darle una patada en la entrepierna. Dos jugadores uruguayos fueron expulsados de la competición, con dos partidos aún por jugar. En el siguiente, tres días después, contra la URSS, tres soviéticos tuvieron que recibir primeros auxilios. Al día siguiente era el partido por el bronce contra nada menos que Argentina, donde a pesar del cansancio los uruguayos montaron una bronca con 25 personas involucradas y acabaron el partido con cuatro jugadores sobre la cancha, por tres de los argentinos. Uruguay ganó 68-59.

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