lunes, 18 de agosto de 2008

Anécdotas olímpicas VI

[Veo que mucha gente llega a estas anécdotas vía búsquedas. Hola a todos. Dejad algún mensaje ;) ]

Especial 100 metros

Estocolmo 1912

En la final hubo nada menos que siete salidas falsas, las tres primeras causadas por el estadounidense Ralph Craig. En una de ellas él y su compatriota Donald Lippincott se pegaron la carrera entera hasta la línea de llegada sin darse cuenta de que no valía. A la octava fue la buena, y el oro fue para Craig y el bronce para Lippincott. 36 años más tarde Craig, a los 59 de edad, participó en los Juegos de Londres 1948 en vela, y también fue el abanderado de su nación.

Uno de los favoritos para la final era Howard Drew, un estudiante negro de Springfield (Massachusetts) que practicaba sus sprints como parte de su trabajo: mozo de equipajes en una estación de tren. Usaba su velocidad para llegar antes que los otros empleados a los clientes con más pinta de ricos una vez que se bajaban de los vagones, y así sacar mejores propinas. Drew se lesionó un tendón al ganar su semifinal y no pudo correr la final. Tres años después, representando al equipo de la Universidad de Southern California en un meeting universitario en San Francisco, se le prohibió subir a un autobús hacia el estadio, debido a su raza, y tuvo que llegar a pie. Una vez allí, los porteros no lo dejaron pasar al no creerse que era uno de los atletas y le hicieron pagar entrada. Para cuando logró llegar a los vestuarios, su carrera ya se había celebrado.

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París 1924

La historia del ganador, Harold Abrahams, se cuenta muy bien en la película 'Carros de fuego', pero como siempre pasa en el cine, hay algunas distorsiones: Abrahams nunca corrió alrededor del patio del Trinity College de Cambridge, ni tampoco corrió los 100 en París para redimirse de su fracaso en los 200, porque la carrera de 100 se corrió antes en la realidad. Y además, aparte de ser verdad que se sentía a veces un tanto desplazado por ser judío, su mayor motivación era continuar el orgullo familiar emulando a sus dos hermanos mayores, atletas ya conocidos.

Además, como muchos velocistas, también sacaba buenas marcas en salto de longitud, y se lo escogió para esa prueba, junto a los 100, 200 y 4x100. Al poco apareció una carta anónima en el 'Daily Express' criticando tal decisión, y se le excusó de la prueba. Abrahams fue el autor de la carta.

Abrahams es el ejemplo perfecto de quien ve la oportunidad de su vida y la toma. Tras su oro nunca volvió a correr al mismo nivel. Al año siguiente se lesionó el muslo saltando y se retiró por completo.

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Amsterdam 1928

El vencedor fue el canadiense de 20 años Percy Williams, que pesaba apenas 65 kilos. Su entrenador, Bob Granger, que se pagó el pasaje fregando platos en el tren desde Toronto y en el barco que lo llevó a Holanda, le hacía practicar sus salidas en la habitación del hotel, haciéndolo lanzarse contra un colchón en la pared.

Williams no era ni mucho menos el favorito, así que su victoria fue una gran sorpresa. Unas horas después de la final se fue a su hotel y, viendo una multitud a la puerta, se puso a mirar por encima de las cabezas de la gente a ver qué pasaba. Finalmente preguntó y le dijeron: 'Estamos esperando a que salga Williams, el canadiense.' En vez de revelar quién era, se dedicó a hablar con la gente sobre la carrera, 'porque era mucho más divertido'. Esa noche escribió en su diario: 'Así que soy el campeón mundial de 100 metros. Crushed apples ('manzanas machacadas'). Se acabó la diversión al correr.'

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dejo algún comentario:
¡pero q grande eres, jodío!