domingo, 3 de marzo de 2013
1492, el nacimiento de la modernidad
1492, el nacimiento de la modernidad
Felipe Fernández-Armesto
Debate, 2010
Felipe Fernández-Armesto es un historiador y catedrático de padre español y madre británica que es especialista en historia moderna, en especial sobre Cristóbal Colón, Américo Vespuccio y toda la época del descubrimiento y conquista de América. Durante sus investigaciones en torno a este periodo fue viendo que ese momento histórico fue especial no solamente en España y el Nuevo Mundo, sino en otros muchos lugares de la Tierra, y así, mientras que la mayoría de libros de historia hablan de un sitio en concreto, en este el protagonista es una fecha, 1492, aunque obviamente, no se trata de solamente un año (que además ni siquiera tenía el mismo número en todas partes), sino también de las décadas anteriores y posteriores.
En España en concreto 1492 sí que fue un año de grandes acontecimientos, con la toma de Granada, la expulsión de los judíos y la llegada de Colón a América, y solo esos tres por sí solos ya garantizan un lugar especial en la historia a esos 12 meses. Pero es que además una de las tesis principales del libro es que fue en este momento histórico cuando las grandes civilizaciones del mundo dejaron de desarrollarse por separado y pasaron a estar cada vez más unidas, vía viajes, guerras y comercio hasta llegar a la globalización actual. Granada, la diáspora sefardí y la odisea de Colón afectaron no solo a un reino, sino a cuatro continentes, enviando a musulmanes de vuelta a África, judíos de vuelta a Asia Menor y cristianos de ida y vuelta a América. Por su parte, algunas de las culturas indígenas que los europeos encontraron en el Nuevo Mundo estaban en su máximo apogeo, pero tenían unas debilidades estructurales tan grandes que unos pocos miles de españoles ambiciosos y crueles fueron capaces de apoderarse de imperios que contaban con millones de habitantes, y que solo unos años antes no habrían dado tantas facilidades.
Todo esto es muy conocido, sobre todo en España, pero resulta interesante ver lo que estaba ocurriendo en las páginas interiores del periódico, tapado por los titulares de conflictos religiosos y encuentros de dos mundos. En Italia, los invasores franceses entraron en contacto con el Renacimiento y se lo trajeron de vuelta, extendiéndolo al resto de Europa. En Rusia se pensaba que en ese año se acabaría el mundo, y cuando no fue así, el Gran Ducado de Moscovia continuó con un proceso de expansión tan grande que acabaría produciendo lo que hoy es la nación más extensa del planeta.
También es muy interesante la gran influencia de los vientos y las corrientes marinas en esta era de los descubrimientos. Para quien piense que en un barco a vela solo hay que subirse y tirar de un cabo para acá o para allá, aquí se explica que no es así. La mayoría de las veces las corrientes y los vientos te llevan pero no te traen, y eso limita mucho el espíritu aventurero de una escuadra naval. Fernández-Armesto llega a imaginarse a sus antepasados gallegos, perfectamente colocados en un lugar idealmente estratégico para emprender la marcha con solo poner los pies fuera de casa, pero frustrados durante milenos por las circunstancias ambientales.
Y sobre todo, y quizá lo más crucial, en India y China llegaron al poder gobiernos muy poco interesados en el mar, lo cual explica por qué hubo colonias portuguesas en Macao pero no colonias chinas en Lisboa, por ejemplo. Si la ideología imperante hubiera sido diferente, las naciones del oriente asiático se habrían impuesto sin demasiada dificultad a una Europa diminuta en extensión comparada y bastante atrasada en tecnología, unión política y capacidad administrativa. Fernández-Armesto llega a decir que de haber sido así, de haber decidido China, Corea o Japón impulsar el comercio y la búsqueda de mercados exteriores vía marina, quizá América habría sido suya y hoy en día la línea que separa el este del oeste caería por mitad del Atlántico, no por medio del Pacífico.
¿Cuál fue la diferencia? Para Fernández-Armesto seguramente fue la cultura aventurera y la épica caballeresca. Es decir (aunque él no lo menciona), ni más ni menos que el espíritu de don Quijote, que en lugar de estar contento con organizar su vida y hacienda, buscó llegar adonde fuera necesario para cumplir sus misiones. Colón fue uno de sus antecesores, buscando el medro y el ascenso por mar si no podía hacerlo por tierra (y el resto es historia). Costas las hay por todo el mundo, y los adelantos náuticos se extendían rápidamente, pero solamente en un lugar del planeta hubo un gran arranque emprendedor que llevó, empezando por la ambición personal, a interconectar a sus pueblos. De ahí el subtítulo del libro, "el nacimiento de la modernidad", o aún más en el original inglés, "el año en que comenzó el mundo".
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